Con la creciente brecha entre ricos y pobres y con la entrada de las mafias especializadas en asaltos a viviendas, los ricos invierten en seguridad fuera de lo común. Y no solo hablamos de habitaciones anti-pánico. Hablamos de mucho más, hasta el punto de que algunos de estos sistemas de seguridad están prohibidos en la mayoría de países.
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